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Esa culpa que no se va: cómo dejar de vivir en el pasado

A veces no es tristeza ni ansiedad: es culpa. Una culpa silenciosa que pesa. Esta reflexión íntima te ayuda a mirarla sin castigo… y empezar a soltar.


Esa culpa que nunca se fue

A veces no es tristeza.

Ni ansiedad.

Ni cansancio.

Es culpa.

Esa que no siempre dices en voz alta.

Esa que se instaló hace tiempo,

y que aunque el mundo siga girando…

sigue ahí.

Un error.

Una palabra que no debiste decir.

Una decisión que cambió algo para siempre.

Un momento en el que hiciste lo mejor que pudiste…

pero hoy, desde la distancia, no parece suficiente.

Y entonces la culpa aparece.

Como una sombra que se repite:

"No hiciste lo correcto."

"No estuviste a la altura."

"No mereces estar en paz."

Y lo peor de la culpa no es el recuerdo.

Es lo que hace con tu presente.

Te encierra.

Te castiga.

Te impide disfrutar lo que ahora sí está bien.

Pero hay algo que nadie nos enseña:

la culpa no se disuelve olvidando.

Ni castigándote.

Ni repitiendo el error en tu cabeza como si eso lo corrigiera.

La culpa se transforma cuando la miras con compasión.

Cuando dejas de preguntarte “¿Por qué hice eso?”

y empiezas a preguntarte “¿Qué necesitaba entonces… que no supe darme?”

A veces, perdonarte no es justificarte.

Es abrazar con honestidad a la persona que fuiste.

Reconocer que hoy sabes más.

Y que por eso, hoy puedes vivir distinto.

No puedes cambiar el pasado.

Pero sí puedes dejar de vivir en él.

Y eso… ya es mucho.


🧡 Sebastián – Modo Pausa

¿También hay algo que aún no te has perdonado?

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