El veneno silencioso que bebes a diario.
- Sebastián Sánchez

- 5 dic
- 2 Min. de lectura
Por salud mental, haz un pacto contigo mismo: cambia la suposición por la pregunta.

Hay un veneno silencioso que nos bebemos a diario sin darnos cuenta. Es sutil, casi invisible.
Se llama "suponer".
Tu mente, la tuya y la mía, odia el vacío. Odia la incertidumbre. Y cuando no tiene los datos (la verdad), los inventa. Y los inventa casi siempre desde el miedo.
Piénsalo. Te pasa.
Tu amigo no te contesta el WhatsApp en una hora... y supones que está enfadado contigo. O que está mejor con otra gente. Esa persona del trabajo te mira con el ceño fruncido... y supones que te está juzgando, que cree que no eres suficiente, o que te va a traicionar.
En esa millonésima de segundo, tu mente se convierte en una guionista excepcional. Y empieza a escribir una película. Una película de terror, de abandono, de desastre. Y tú, que eres el protagonista, te lo crees a pies juntillas.
El Desgaste Brutal de la Ficción
El problema aquí no es el silencio de tu amigo. El problema es que tú has pasado la última hora, la tarde o incluso el día entero con el estómago encogido, con la cabeza dándole vueltas a un fantasma que no existe en el mundo real.
Mientras tú te ahogas en el drama que has creado, la realidad suele ser aburrida:
Tu amigo, quizás, estaba en una reunión o durmiendo la siesta.
La persona del trabajo, quizás, tenía migraña.
Tu pareja, quizás, se encontró con un atasco tremendo.
Esa angustia que sientes por la suposición es un desgaste brutal para tu salud mental. Una erosión constante. Estás pagando el precio de una realidad que nunca se va a materializar.
El Antídoto: La Medicina de la Pregunta
La verdad tiene una cualidad sanadora que la ficción nunca tendrá: es una sola, y es finita.
Cuando no sabes, no sabes. Y punto. Y debes permitirte esa pausa de la ignorancia.
La mejor medicina contra este veneno es la pregunta directa. Es un acto de valentía y de amor propio.
¿La verdad es incómoda? A veces, sí. Pero la incomodidad de la verdad dura un instante.
¿La suposición es incómoda? Sí. Y la angustia puede durar días, creando heridas emocionales que ni siquiera son reales.
La próxima vez que sientas esa picazón de la suposición, detente. Respira. Y elige una de estas frases:
"Sé que estoy imaginando cosas. ¿Me lo puedes aclarar?"
"Siento que hay algo no dicho. ¿Estoy en lo cierto?"
"¿Ha pasado algo? Porque no te noto bien."
Elige la realidad, aunque sea un poco más incómoda que la ficción. Estarás defendiendo tu paz mental y honrando tu tiempo.




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