No puedes cambiar a nadie: cómo dejar de intentarlo sin sentir culpa
- Sebastián Sánchez

- 24 jun
- 1 Min. de lectura
Reflexión íntima sobre el desgaste de querer cambiar a alguien. Aprender a soltar el intento, volver a ti y cuidar tu paz emocional.

Soltar el intento de cambiar al otro
No siempre lo notas al principio.
Solo quieres ayudar.
Solo quieres que esa persona vea lo que tú ves.
Que entienda. Que reaccione. Que cambie.
Y sin darte cuenta, empiezas a vivir en función de sus emociones.
Te ajustas. Te justificas. Te desgastas.
A veces lo haces por amor.
O por miedo.
O por ese deseo profundo de que funcione, de que esta vez sea diferente.
Y sigues. Intentándolo. Una y otra vez.
Hasta que algo dentro de ti se rompe en silencio.
No por falta de amor. Sino por exceso de esfuerzo.
Y ahí aparece la verdad que no querías mirar:
No puedes cambiar a nadie. Nunca pudiste.
El otro cambiará si quiere. Si puede. Si está dispuesto.
Tu trabajo no es transformarle.
Es escucharte.
Poner límites.
Decidir cuánto más puedes sostener sin soltarte a ti en el camino.
Porque el control que buscas fuera solo existe dentro:
En tus decisiones. En tu cuidado.
En tu capacidad de decir: “esto no me hace bien”.
Soltar el intento de cambiar al otro no es dejar de amar.
Es amarte también a ti.
Y a veces, eso es lo más difícil. Y lo más valiente.
¿Te ha pasado eso… de intentar salvar a alguien que no quería salvarse?
Te leo.




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